Cronos

La melodía llegó a mis oídos frágil, desnuda y libre. Era una melodía tan bella que destrozaba todo ruido a su paso. Minutos, ¿o puede que horas antes?, pensaba sobre el paso que debía de dar. Estaba ensimismado en mis pensamientos, fijo en un punto de la habitación. La verdad no recordaba cómo había llegado hasta allí, no recordaba qué había hecho antes de caer preso de mi mente.
-¡Demente!- pensé justo antes de cerrar los ojos en señal de arrepentimiento y abatimiento.

¡Las cinco! Mierda, he de salir pitando. Todos los días me pasaba lo mismo, me entretenía con cualquier cosa y después tenía que correr para llegar a coger el autobús que me llevaba a la Universidad para poder llegar a tiempo. Cuando me senté en el autobús continué pensando, pensando, pensando, recordando por enésima vez la cadena de acciones que se habían sucedido el mes pasado. Algunas eran vagas ideas que ya casi había olvidado.La verdad es que otras ya las he olvidado, son tantas que pierdo el hilo.

Pero de nuevo aquella melodía... sobrepasaba el estridente chillido que hacía el autobús al acelerar. Está claro que se halla en mi mente, pero no puedo sacarla. Me cautiva, me hechiza esa melodía...

-Y pensar que todo ocurrió por pensar en ella...-pensé

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Nota del autor al comienzo de Añoranzas y Pesares II: La Roca del Adiós

...De todas las cosas cambiantes
que en triste danza pasan entre revoloteos
al compás de la entrecortada melodía de Cronos,
sólo las palabras encierran cierto valor.
¿Dónde están ahora los reyes en guerra,
burladores de la palabra? ¡Por el Crucifijo!
Una vana palabra es hoy su gloria,
pronunciada por el balbuciente colegial
cuando lee alguna complicada historia:
Los reyes de antaño están muertos;
puede que la propia tierra en movimiento
sea sólo una súbita palabra llameante,
percibida unos momentos en el sonoro espacio

y que quebranta el eterno ensueño.

William Butler Yeats

Eso es todo por hoy...