Es irónico y gracioso cómo los días grises nos hacen recordar viejos tiempos, que suelen ser los mejores algunas veces. Quiero navegar con el barco y sentir la brisa en la punta de los dedos, estremecerme de un escalofrío y que las efímeras gotas golpeen mi rostro. Dejarme llevar por el vaivén de las olas y notar como el pelo se me levanta ante la fuerza del viento. Palpar la brisa marina con olor a sal que me proporciona una paz imbatible, inalcanzable, incomparable. Recuerdo este verano como algo muy lejano y está ahí al lado. Creo que ha sido uno de los mejores veranos que he pasado en muchísimo tiempo.
También he recordado hoy a los que ya no están, a los que de repente se fueron sin decir adiós o a los que estuvieron mucho tiempo, quizá demasiado, diciendo adiós. Nadie merece sufrir, pero nadie merece marchar sin despedirse. La vida es corta y eso me recuerda que...
Que nada importa en los días como hoy, que pasan inertes, insondables, sin ton ni son y sin razón de ser. Que nada importa, pero sí que hay quien importa. Los que nos hacen sentir bien, los que están ahora mismo en tu corazón y no desaparecen ni un solo momento. Los que te aportan tranquilidad, seguridad y alegría todo de una vez. Las personas que conoces de hace poco y que han encajado en tu vida como si piezas de un puzzle perfecto se tratasen (ahora mismo lo mejor que tengo, no lo negaré). Las que conoces de toda la vida y aunque algunas hayan herido o dañado, han cicatrizado sin ungüento necesario.
Recuerdo conversaciones, gestos, palabras, risas, carcajadas, lágrimas, lluvias, tardes, noches, caidas, alegrías, errores, euforias, días perros, días malos y malísimos. Cumpleaños, fiestas, ciudades, fotografías... Momentos que quedarán "Parasiempre" grabados en mi memoria... No quiero imaginar el tiempo pasar, quiero ver que vivo hoy.
Y si con una ironía empecé, con una termino:
Es curioso, e irónico, ver cómo cuando nos preguntan por el futuro, pensamos y miramos al pasado...
